Me sorprendió el comentario de una de mis chancletas, una mañana mientras realizaba el reparto obligatorio de las tres niñas: una hasta la parada del colectivo, y las otras dos hasta a sus respectivos colegios. La hora temprana hace que los comentarios de las tres sean filosos como hoja de resma, no he logrado arrancarles una sonrisa jamas a esa hora.
Esa mañana no era la excepción y a pesar de ir escuchando los saludos matinales por Radio Disney para darle un poco de humor al recorrido, el aire dentro del auto se cortaba con tijera. Me detengo en un semáforo y delante mio un auto tenía colocado en su parte trasera una seguidilla de calcos mostrando a los integrantes de una familia, muy de moda en estos días.
Y la muchacha se despacha con: “Los tipos que pegan estos calcos no son mas que unos frustados tratando de mostrar que su familia es feliz y perfecta, seguramente el es un H de P, ella una cornuda y los hijos unos mocosos insoportables” y agregó “solo demuestran una notable inseguridad, y un enorme complejo de inferioridad”. Pensé: a la pucha !!, tengo que agregar mas azúcar al desayuno.
La verdad, no había prestado atención al tema de los calcos hasta que la chancleta me lo hizo notar, y mucho menos se me habría ocurrido elaborar semejante teoría de la condición humana a partir de unos simples calcos. Pero, la nena ya me tiene acostumbrada a este tipo de deducciones psicoanalíticas.
Para mi es solo otra moda porteña, que durará algunas temporadas mas para pasar luego al olvido. No sin antes, como siempre ocurre, saturar el mercado hasta que reviente, o aparezca una idea mas llamativa.