jueves, 23 de junio de 2011

LAS NUERITAS

Hace cosa de dos años, tal vez un poquito mas, mi sobrino, único machito de la prole familiar y por tal motivo, mimado y consentido por todas nosotras, como si fuera el último paladín del universo, comenzó a trabajar en un fast food.

Al verlo tan callado y retraído, absorbido completamente por una vida de ostracismo, donde su mundo se resumía a una habitación, una tele y una compu. Comenzó a alternar su 5° año del cole, con el laburo, y poco a poco los cambios fueron apareciendo: amigos nuevos y salidas nocturnas con compañeras de trabajo, madre y tía felices.

A los pocos meses de estrenar su nueva y emocionante vida, el pichón se nos puso de novio. Ella calladita, discreta, modosita, bueno como todas nos mostramos al principio hasta que dejamos ver el aguijón.

Las primeras visitas de la joven eran esporádicas, pero al poco tiempo y con la excusa de vivir “mas allá del fin del mundo”, pernoctaba viernes y sábado en casa del novio, o sea la casa de mi hermana y por ende se convirtió en mi nueva vecina. Madre, tía y primas un poquito celosas por sentir que el muchachote se nos escurría de las manos como un puñado de arena. Positivamente tratábamos de pensar que pronto se pasaría el metejón, pero en el fondo sabíamos que la damita lo había engrilletado hasta el tuétano con el truco mas viejo del mundo.

La muchacha ya no nos parecía calladita sino mas bien escueta de lenguaje. Nos convencimos de que no tenía un problema de comunicación, sino que manejaba una extraña lengua de sonidos guturales en respuesta a saludos o intentar, por parte nuestra, de mantener una breve conversación.

Mas adelante nos dimos cuenta de que su paladar también era corto, ya cada vez que se la invitaba a un almuerzo familiar, había que pensar en un menú especial para la niña, quien luego de 2 o 3 bocados, y con una mueca de “puaj”, dejaba su plato casi intacto.

Se la llegó a conocer en el ámbito familiar como “La Señora” ya que se movía por la casa como ama feudal, recostada cómodamente en el sofá del living viendo la tele, facebookeando en la compu o durmiendo en las habitaciones.

La madre, resignada, lo intento todo por lograr lo del viejo dicho: “cada chancho a su chiquero”, desde hablar educadamente hasta explotar en ataque de ira, pasando por altas dosis de valeriana, cedrón y tilo para recobrar la compostura, pero la joven lo soportaba todo y no se daba por aludida.

La progenitora del imberbe solía descargar su enojo por la intrusa, en mi cocina, donde lograba exorcizarla cebándole unos espantosos y tibios mates que la hacían olvidar el motivo de su bronca, para recordar, con semejante brebaje, que siempre hay cosas peores que las nueritas.



Nota: hoy el mozalbete está soltero, luego de montones de ositos de peluches y almohadones en forma de corazón, se le pasó el metejón, se lo ve un poco triste y alicaído, pero sabemos que no será por mucho tiempo.....

2 comentarios:

  1. durísimo Chechu!! presiento que falta poco para vivirlo en carne propia y ahí...cual placa de Crónica tv: SE TEME LO PEOR saludos van!

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  2. Y ahora esta pobre madre ha retomado la compostura y sus nervios se han arreglado (un poco) pero nunca se sabe.... como será la próxima? Santa Nuerita nos proteja!!! Con este actual ritmo de vida donde los hijos no abandonan el hogar a muy temprana edad no quiero ni pensar lo que nos espera aun.....

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