domingo, 9 de febrero de 2014

ESTADO PARANOICO

Todo el mundo por estas latitudes tiene miedo, vemos caras y situaciones sospechosas en todas partes y a cada paso, nadie se salva de una mirada escrutadora.

Hace algunas noches mi chancleta del medio salió con amigos, fueron a cenar, como estaba agradable y la charla era interesante, mientras caminaban hacia casa, hicieron un alto en el camino sobre una de las avenidas mas pintoresca del barrio, que fue embellecida por el gobierno de la ciudad colocando en el medio un bulevar lleno de plantas y bancos, sin tener en cuenta el caos vehicular que semejante lifting le haría a la arteria, pero ese es otro tema.

Se acomodaron en dos bancos enfrentados, mientras, sin molestar a nadie charlaban y se reian. En un momento dado gran despliegue policial: tres patrulleros con sus brillantes luces azules (capaces de enceguecer a una lombriz), uno de los patrullero se detiene frente a los chicos, se bajan dos oficiales, los otros coches siguen de patrulla.

Los chicos se miraron sorprendidos y un poco preocupados.

"Buenas noches chicos, documentos".

Los chicos muestran documentos.

"Hubo un llamado de que están haciendo ruidos molestos" (oficial1)

"No oficial, estamos charlando, no molestamos a nadie, ni siquiera hacemos ruido"

"Tienen estupefacientes encima?" (oficial1) - a eso llamo yo: ir directo al grano.

No - considero poco creíble que si alguno de los chicos hubiese tenido en ese momento alguna "droga peligrosa" encima diera un paso al frente y vaciara sus bolsillos.

"Alguna otra droga?" (oficial2)

No

"Tomaron alcohol? (oficial1)

No

Y mientras el oficial 2 se acomodaba su chaleco antibalas agregó:

"Lo que pasa es que la gente ve muchas películas norteamericanas y se llenan la cabeza de ideas".

Los chicos disimularon sus risas al comentario.

Y mientras el oficial 1 asentía al comentario de su compañero, dijo:

"Últimamente nos llaman a cada rato, hasta los gatos que caminan por los techos son sospechosos".

Concluida esta confusa conversación, los uniformados saludaron y siguieron su patrullaje.
Los chicos luego de reirse un rato del dialogo desopilante, siguieron su camino.


Pasan cosas terribles en esta loca ciudad, roban todo el tiempo, matan a cada rato, todos estamos paranoicos, y es común que un grupo de tres o cuatro chicos sentados en un lugar público sean confundidos con una peligrosa patota.








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