A
veces nos quejamos de que el tiempo corre velozmente, la tecnología gobierna nuestras
vidas y parece imposible alcanzarla, todos buscamos lo ultimo de lo ultimo para
ganar confort en nuestras vidas, aunque generalmente solo logramos complicaciones;
si la tecnología es complicada y requiere de una gimnasia mental que no es para cualquiera.
Los
adolescentes y los jóvenes son los que se adaptan mejor a este vil sistema, no
sabrán de matemáticas, ni de historia, harán trizas la gramática y las expectativas de los maestros, pero dominan el
terreno de la tecnología, siempre con lo ultimo en telefonía celular, computación,
play station, aparatos que aprenden a manejar en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando
llegan a la edad de sacar la licencia de conducir, muchos aspiran al mejor
modelo, el mas deportivo, el mas llamativo, el mas veloz, el que tenga los
parlantes mas grandes para escorchar los oídos de los transeúntes o simplemente "tunear" el auto de papá.
Y acá arranca la historia de hoy: mi sobrino y mi chancleta mayor tomaron clases de
manejo, a mi chancleta le faltan algunas clases para su examen, pero el mocito
ya tiene su reluciente licencia.
Unas
semanas antes de dar su examen dio el gran salto a la independencia de movimientos,
y contando con sus ahorros invirtió, con gran emoción, en su primer “cuatro ruedas”. Me sorprendió saber que
buscaba un clásico pero pensé que podía ser solo una idea, algo pasajero,
viendo los tiempos que corren no son muchos los que piensan en su primer bólido
como en un modelo de hace 30 años atrás.
Busco,
gastó suelas de tanto caminar, y se tragó muchas desilusiones, hasta que dio con un
diamante en bruto: un Dodge 1500 del 70 y pico con tan solo 55.000 km, para
quienes entienden de motores, saben que esto lo convierte en figurita difícil.
Y
llegó el gran día: “Tia mañana me acompañas a buscar el “Milky”, el aún no
tenía licencia, así que sería yo la de los honores. No fue fácil arrancar con
elegancia un auto sin dirección asistida y pocos frenos, pero llegamos a casa
enteritos.
Nadie
podía borrarle la sonrisa de felicidad, orgulloso el mocete, estaba
contentísimo con su adquisición: pintura impecable, tapizados de cuero, luces
funcionando, mecánica general muy buena, una verdadera pieza de colección.
Hoy ya
con su licencia, practica moverse por la ciudad llevando de copilotos a mis
chancletas y un GPS, por que mi sobrino es de los que hacen dos cuadras y se
pierden, pero ya aprenderá.
Hola, Chechu!! Esto sí que es una joya!!! Que lo disfrute! Este año Juan, el más grande también tomará clases para sacar el registro. Hoy que todos se matan por tener lo último está bueno que haya elegido un auto ¿de época???? Ya a un 15000 hay que decir de época? (mequieromatá) y que lo haya comprado con sus ahorros lo hará cuidarlo y apreciarlo más.
ResponderEliminarLos niños ya no lo son tanto, percibo...
No sé manejar, no aprendí en su momento y ahora no veo, no tengo tanto campo visual para manejar.
Te mando un abrazo contenta porque hoy entré y escribí tranqui, no me saltó la ventana roja del antivirus. Vamos!!!!!!
¡Besos motorizados van, bella!
Si Sandry es "de época", que lo tiró che, nos estamos poniendo "de época" nosotras tambien. jaja
ResponderEliminarBesos
Qué anécdota!!! Y qué sobrino te mandaste...Gracias a Dios (y a mi hermano que me enseñó) manejo desde los 18 años, aunque mi vieja no me quería prestar su auto: un Fiat 128 Europa...recién a los 28, cuando me pude comprar mi primer "máquina", un Fiat 147, comencé a andar por ese mundo tan particular que es el de manejar un auto...tanto, que perfeccionó mi vocabulario obsceno y mis reflejos para esquivar cuanto bólido circule por todos mis flancos. El año pasado fue mi esposo el que enseñó a manejar a mi hijo de 19 años. a pedido de él, y no sé por qué razón (jajaja), no quiso que yo fuera su profe de manejo. Para nuestra alegría hace una semana que cuenta con el tan anhelado Carnet de Conductor...pero auto propio no tiene y dinero ¡¡¡menos!!! :D
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